El parque del Distrito Este. Capítulo 10
El parque del Distrito Este. Capítulo 1El parque del Distrito Este. Capítulo 10El parque del Distrito Este. Capítulo 11El parque del Distrito Este. Capítulo 12El parque del Distrito Este. Capítulo 13El parque del Distrito Este. Capítulo 2El parque del Distrito Este. Capítulo 3El parque del Distrito Este. Capítulo 4El parque del Distrito Este. Capítulo 5El parque del Distrito Este. Capítulo 6El parque del Distrito Este. Capítulo 7El parque del Distrito Este. Capítulo 8(Capítulo 1 | Capítulo 2 | Capítulo 3 | Capítulo 4 | Capítulo 5 | Capítulo 6 | Capítulo 7 | Capítulo 8 | Capítulo 9)
Ese lunes amaneció lloviendo. El Jefe del Distrito se despertó un minuto antes de que las campanas repicaran para anunciar las 5 con el trueno que siguió al primer relámpago de la tormenta. A diferencia de lo que pasaba en las películas, estaba claro que había días en que el estado de ánimo de uno no tenía nada que ver con el tiempo que hacía fuera. Ya se conocía a los representantes de cada ciudad. Ya solo faltaba un paso para decidir el proyecto ganador, aunque aún había bastante que hacer.
Llegó al Palacio del Distrito a las siete y cuarto y, después de hacerse un café, se encerró en su despacho y empezó a revisar las propuestas finalistas. En Tariat, al noroeste, había ganado Makoa, un famoso arquitecto que en ocasiones anteriores había diseñado el polideportivo y un puente de la ciudad, además de otras obras muy reconocidas fuera del Distrito. Su estilo era muy singular, lleno de florituras y ornamentos, mezclando la estética barroca y elementos abstractos. Observando los planos, lo primero que llamaba la atención era una zona cubierta enmedio del parque que podía servir como escenario o tarima para exposiciones al accionar un mecanismo que deslizaba unas enormes vitrinas llenas de plantas acuáticas y luces de forma que se abrían para crear un gran espacio entre ellas en que la sonoridad era espectacular, ya que el suelo y partes específicas de esas paredes asombrosas se convertían en una caja de resonancia. A parte de dicho espacio, el resto del parque presentaba elementos bastante tradicionales, como zona de juegos, bancos, varios caminos para paseos apacibles y un laberinto con bonitas plantas exóticas entre los arbustos que separaban los distintos recorridos.
En la centronorteña Lipisi, se había impuesto el proyecto de Vatsana, caracterizado por la integración de elementos muy ligados a la cultura tradicional del Distrito, como una estructura parecida a un gran lavadero popular reconvertido en exposición permanente de instrumentos musicales hechos con materiales reciclados. El interior del lavadero sería compartimentado y cada sección sería un instrumento distinto. La idea era muy simple pero innovadora. Por ejemplo, cubriendo la apertura donde antaño se habrían introducido los brazos para lavar la ropa con distintos materiales transformaría cada sección en un instrumento de percusión con una personalidad única, pero cuando en vez de telas, tablones o planchas de metal se instalaban cuerdas de un extremo a otro de la sección de lavadero, se podrían obtener otros instrumentos con los que experimentar. Examinando otros detalles de ese parque, el Jefe del Distrito pronto entendió que lo que proponía Vatsana era apostar por el empleo de materiales cotidianos, dándoles usos poco habituales para conseguir espacios en que las personas pudieran crear y compartir experiencias únicas.
En Bogderrin, la ciudad al nordeste, se habían elegido las ideas de Mila. Además de numerosas fuentes interconectadas que se activaban con sensores cuando los ciudadanos pasaban cerca de ellas, su propuesta contaba con amplios y cómodos bancos, algunos de ellos bajo cobertizos cuyos tejados podían usarse para mostrar mensajes que podían ser vistos desde el aire y también desde su propio interior, ya que los proyectaban a la vez en suelos lisos y antireflejantes. También sorprendió al Jefe del Distrito la propuesta de una zona para hacer ejercicio capaz de almacenar la energía generada en bicicletas estáticas y demás máquinas y la sugerencia de utilizar dicha energía para la iluminación del mismo parque y para otras instalaciones públicas.
En Toez, ciudad central del este del Distrito, los planos ganadores, presentados por Geraldo, mostraban un parque con diez zonas muy diferenciadas, cada una de ellas pensada para la realización de actividades concretas. Había algunas muy usuales como la zona de deportes, con pistas de fútbol, básquet y demás actividades muy populares, pero también otras rompedoras, como una zona destinada a la protección de especies de insectos y pequeños animales en peligro, parecida a una reserva natural de dimensiones reducidas, que serviría así mismo para la concienciación ciudadana o una zona en que los visitantes podían dipositar residuos orgánicos y recoger compost.
En Lukomsta, el municipio central al oeste, ganó la propuesta de Enitan, muy vistosa por ofrecer toboganes y tirolinas para descender de la elevación natural del terreno y la idea de utilizar materiales transparentes para la construcción de uno de los caminos ascendentes, de forma que, mientras se subiese a la colina, se pudiese ver a los visitantes de su cueva interior y cualquier exposición que hubiera en ella. Además, se crearía un gran lago alrededor de la colina, lo bastante fondo para practicar deportes acuáticos y albergar a muchas especies distintas. Este diseño estaba claramente inspirado en la naturaleza de la zona central del Distrito, ya que contaba con abundante vegetación y variada fauna terrestre y acuática, a las que se daba protagonismo. Un parque así se convertiría en uno de los pulmones más importantes de la región.
En Nukau, al sureste, se eligió el proyecto de Odon, del que las flores autóctonas eran las auténticas dueñas. El Jefe del Distrito conocía bien a Odon, jardinero de toda la vida, y no se extrañó de que fuera el ganador. Había diseñado cada metro cuadrado del parque para que estuviera lleno de color en todas las estaciones del año. Si se llevaba a cabo su propuesta, el parque sería diferente cada mes y rebosante de tonalidades distintas y vitalidad. Contaría con amplios paseos y sus visitantes seguramente no sabrían dónde dirigir sus miradas. Había conseguido conectar plantas y árboles que contribuirían al mantenimiento unas de otras, por proceder todas de ecosistemas parecidos, propios de la región, por lo que los costes de regadío y jardinería se reducían, ya que la propia meteorología y la interacción natural entre ellas se encargarían de la mayor parte del trabajo. La colina sería un mirador natural y proporcionaría una visión panorámica del gran mosaico floral que seguro conseguiría atraer a muchísimos habitantes al año.
En Bodnoyu, la ciudad del suroeste, había ganado una joven estudiante de arquitectura, Feruza. Todos los detalles de su propuesta eran brillantes y muy eficientes. Todas las zonas cubiertas contaban con sistemas de recogida de agua de lluvia y paneles solares. El suelo de las zonas por las que se podía andar también creaba y almacenaba energía con cada pisada de los visitantes, así como los columpios y demás elementos de la zona de juegos. La iluminación se basaba en luces LED, había un gran tíovivo, un planetario, una galería de arte y dos escenarios: uno al aire libre rodeado por un jardín espectacular y otro en la cueva natural de la colina, lo que le proporcionaría una sonoridad muy especial.
Por último, en la capital, se eligió el proyecto minimalista de Kamil, que combinaba canales de agua rectos y estrechos con llanuras de plantas y arbustos bajos para decorar los espacios entre los distintos caminos que recorrían el parque. En este diseño se habían integrado las estructuras de Kuttu como esculturas hechas con el mismo material que los bancos y las farolas. Las esculturas eran los únicos elementos del proyecto que no se basaban en figuras geométricas simples, por lo que se les daba mucho protagonismo y visibilidad.
El secretario del Jefe del Distrito llamó a la puerta hacia las once y media.
“Disculpe, Jefe, ¿sigue en pie la reunión de esta tarde?”
El Jefe del Distrito se pasó un pañuelo por los ojos antes de responder. Estaba visiblemente emocionado, pero su voz y compostura no le fallaron.
“Sí, claro. ¿Está todo listo? Tome asiento y repasemos la agenda de hoy, por favor.”
Capítulo 11